Hackear la pandemia: atletas paralímpicas adaptándose al covid19

Tiempo fuera

“Los cuerpos de las mujeres se consideran frágiles en sí mismos,
 incapaces para hacer cosas, y la práctica deportiva demuestra que
nosotras también podemos hacer verdaderas proezas corporales”. 

Hortensia Moreno

La pandemia de COVID-19 llegó en un momento crucial en la carrera deportiva de quiénes estaban en busca de conseguir un boleto para la celebración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokio 2020, y aunque paralizó al mundo no logró detener a miles de atletas de alta redimiento, quienes hackearon la pandemia. 

Para ganar una plaza y competir contra las mejores atletas del mundo hay que recorrer el famoso ciclo olímpico, cuatro años de rutinas y entrenamientos, pero esta vez el ciclo se vio interrumpido por las medidas adoptadas por los Estados para detener el contagio: el distanciamiento social  y evitar aglomeraciones en lugares públicos; ésto llevó a que la incertidumbre y el nerviosismo se hicieran presentes en la vida de todos esos cuerpos acostumbrados a entrenar seis de los siete días de la semana. 

Sin albercas para practicar el nado de mariposa, sin pistas para correr o saltar vallas, sin tatamis para perfeccionar llaves e inmovilizar al oponente, las atletas de alto rendimiento tuvieron que cambiar sus entrenamientos, rutinas y horarios, e ingeniárselas para improvisar con lo que hubiera en casa. 

El contacto con sus coaches, psicólogas deportivas, o con sus compañeras de equipo, es ahora a través de videollamadas. Saber que la celebración de los Juegos se aplazó para el verano del 2021, representa un cambio abrupto para el cuerpo y la mente. Lenia Ruvalcaba y Diana Coraza, atletas paralímpicas mexicanas están luchando para mantener la disciplina, concentración y ánimo. Su meta es clara, ganar una medalla paralímpica.

EL DEPORTE COMO FILOSOFÍA DE VIDA

Más de cuatro mil paraatletas readaptaron sus entrenamientos debido a la pandemia, así lo hicieron la judoca Lenia Ruvalcaba, la corredora Diana Coraza, la primera ya fue parte de las celebraciones olímpicas, mientras que Diana, saboreó el oro en el Mundial de Para Atletismo Londres 2017. Ambas están a poco más de un año para seguir en la contienda y ganar un lugar para los próximos Juegos Paralímpicos Tokio 2020, además de tener eso en común coinciden en considerar  sus especialidades (judo y atletismo) una forma de vida y una disciplina dentro y fuera de la pista y el tatami.  

La tapatía, Lenia Ruvalcaba, ha participado en Juegos Olímpicos y Paralímpicos, en éstos últimos ganó plata en Beijing 2008 y oro en Río 2016. Durante este tiempo fuera, Lenia no ha practicado inmovilizaciones, o llaves, sin embargo, su cuerpo sigue en movimiento pues uno de los mayores aprendizajes que esta disciplina le ha brindado son “la fortaleza mental, la paciencia y la fuerza física”

Los próximos Juegos Paralímpicos en Tokio 2020 tienen un toque especial para Lenia, pues Japón es la casa de su disciplina. El judo surgió en 1886 y fue el primer arte marcial considerado una disciplina olímpica, debutó durante los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, aunque sólo estaba permitido para los varones, fue hasta el verano de 1992, en Barcelona, cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) permitió la participación de las mujeres,. 

El judo paralímpico en la rama femenil fue posible hasta el 2004, no hace mucho en realidad. Ruvalcaba entrena desde los 11 años, hoy, a sus 34 y con una cuenta regresiva que comenzó de nuevo, ella sigue entrenando desde la azotea de su casa en Guadalajara. 

“Como atleta siento que no es fácil tenerte que regresar a tu casa, encerrarte, tratar de hacer el entrenamiento que se pueda, obviamente llega un punto que te da risa lo que tienes que hacer o lo que tienes que inventar para poder entrenar” .

La campeona paralímpica previó el encierro inminente y se armó un kit de pesas, ligas, una caminadora que adquirió tiempo atrás, montó una lona en su azotea, y se armó un gimnasio en casa. Ella no levanta el peso oficial que lograba en la Ciudad de México (80 kg) y sus cargas físicas han disminuido sin embargo, Lenia está preparada mental y físicamente para no perder de vista su objetivo: ganar su tercera presea paralímpica. Este encierro le ha representado muchos aprendizajes, así como la oportunidad de habitar su casa, de arreglarla, de cocinar, de estar con ella misma en espacios y situaciones que sus rutinas tan estrictas no le permitían.

La mayor parte de su vida ha girado en torno al deporte, y este año le trajo una batalla que no tenía contemplada. La pandemia puso en jaque la vida deportiva de Lenia. El encierro desató sentimientos como el enojo en la vida de la judoca, pero antes de ser atleta ella se reconoce como persona y ciudadana. El judo le permitió también practicar y comprender la importancia de la ayuda mutua.

Por unos Juegos Olímpicos no vale la pena arriesgar la vida, ni la del atleta ni la de nadie más”.

Foto: Miguel Estrada

Todo el 2020 ha sido retador para Diana Coraza, la corredora poblana de 24 años se especializa en  los 800 metros en la categoría T-11 ( T por track, en inglés, para atletas de pista. Y el número 11 correspondiente al grado de discapacidad visual. 11, para atletas con ceguera que corren con guía).

No alcancé a competir en el inicio de esta temporada, la más importante del ciclo olímpico. Es un poco frustrante el llevar por lo menos seis meses de trabajo ya hechos para empezar a buscar mi clasificación para los Juegos Paralímpicos entonces nada de ese trabajo se vio reflejado”.

Pero Diana no tira la toalla durante la pandemia. Ganar medalla de oro en la prueba de 800 mt y plata en los 400 mt, ambas en la categoría T-11 en el Mundial de Para Atletismo Londres 2017 le demostró que sus esfuerzos y sacrificios siempre traen recompensas. Es una atleta joven, pero el estar en competiciones de nivel mundial le brindaron experiencia y seguridad. Su sueño en este ciclo olímpico es ganar una medalla paralímpica. Pese a los dolores de cabeza, la angustia y la tristeza, Coraza trabaja para adaptar el cuerpo después de venir a tope a drásticamente bajar el ritmo y estar en casa sin poder poner un pie en la pista. 

“Tenemos que hacer un plan muy inteligente para volver a estar al nivel máximo de rendimiento, hacer que el cuerpo aguante un año más.”

Al igual que Lenia, Diana improvisó su propio gimnasio. “Yo estoy ocupando la cochera, tengo un tapete, unas pesas, con lo poco que tenemos vamos haciendo. Con balones medicinales que nos prestó el Instituto del Deporte de Puebla. Mi papá hizo un gancho en el techo y colgamos un TRX y con eso estamos haciendo lo más que se puede”.

Coraza para nada piensa en el retiro, las experiencias internacionales donde se cala a nivel profesional, así como esta situación tan inesperada con el virus COVID-19, sólo han dejado en ella grandes aprendizajes. “Es en este momento en que más te pones a reflexionar. Ahora entiendo que correr es más que mi vida. Es a lo que dedico prácticamente todo el tiempo. El poder conocerme mejor, el llevar mi mente al límite, pero primero conociéndome y sabiendo lo que puedo hacer, lo que tengo que mejorar, es gracias al trabajo mental y lo que he ido construyendo espiritualmente”. 

NO SOMOS SUPERHEROÍNAS

El deporte paralímpico lo practican atletas con discapacidades visuales, físicas e intelectuales. En la celebración de los Juegos Paralímpicos es posible percibir el despliegue de las distintas capacidades de cada atleta. Esa debe ser la narrativa, lo noticia: su excelencia deportiva y resultados de la competición pero aún  permea en la cobertura de estos Juegos la necedad de colocarles en el papel de superhumanos y superhéroes, incluso la de colocarles como víctimas, o la de nombrar su discapacidad como una enfermedad. 

¿Cuál es la principal diferencia entre el deporte adaptado y el convencional? Para la velocista Diana Coraza la práctica de ambos requiere el mismo nivel de exigencia. Lo importante no radica en destacar qué “falta” en los distintos cuerpos sino de lo que éstos  son capaces de realizar. 

Coraza compartió que la diferencia radica en que el deporte paralímpico necesita asistencia en mayor o menor medida. El atletismo que ella practica no necesariamente se hace de forma individual, a Diana la acompaña un guía, quien debe tener el mismo nivel de alto rendimiento para hacer la competición en pareja. Además, dejó claro no resonar con los calificativos impuestos a las personas con discapacidades que practican algún deporte. 

“El simple hecho de tener una discapacidad no te hace un superhéroe, eso creo que es un estereotipo, algo que se ha ido creando que por el hecho de no tener la vista  o perder otro sentido y lo sustituyes por otra cosa no te hace más que una persona convencional”.

Foto cortesía: Diana Coraza

No todo fue miel sobre hojuelas para las mujeres que decidieron romper estereotipos en el ámbito deportivo e irrumpir en ese universo donde lo que sobra es testosterona. En el 98 cuando veían a una mujer entrenar judo aún decían “ay qué deporte tan agresivo” contó la judoca. Además de romper el tabú de una mujer que practica un deporte de combate, Lenia, enfrentó un obstáculo más al tener discapacidad visual. 

“El hecho de ser un deportista de combate hace que quiera estar peleando todo el tiempo para buscar la igualdad, hablando específicamente del deporte, del convencional y paralímpico”

No ver fue un gran reto, pero asegura que la comunidad deportiva con alguna discapacidad son personas comunes y corrientes, y cree que mientras mayor sea la discapacidad mayor será el reto a enfrentar, aunque, no imposible de lograrlo. “Ver menos no significa que no lo puedo hacer. Lo mío, es el deporte”. 

Explora más sobre:

3.0 TIEMPO FUERA