Las mujeres en el deporte no son invasoras o ajenas a este territorio, al contrario, siempre han estado presentes, por esa razón, esto debe reflejarse en un periodismo deportivo con perspectiva de género, es decir, uno que utilice un lenguaje cambiante, en dirección a visibilizar sus logros y no sus cuerpos, dicho en otras palabras, un periodismo con enfoque feminista. Podría mencionar una serie de pasos sobre qué hacer, pero tras algunos años de escuchar comentarios misóginos, machistas y sexistas por parte de colegas, considero pertinente comenzar por lo que NO se debe hacer.
1.- No califiquen a las deportistas a partir de un parámetro masculino.
El deporte se construyó a partir de la exaltación de la anatomía varonil, por ello en los primeros Juegos Olímpicos de Atenas, los hombres competían desnudos para presumir su anatomía perfecta; este hecho provocó que los deportes estuvieran vetados para las mujeres, quienes ni por error debían observar este espectáculo, y aquella que lograr colarse, era ejecutada; por supuesto que tampoco competían, y este pensamiento se ha seguido replicando todo el siglo XX, lo que se puede notar en las coberturas mediáticas y en las descripciones que se hacen de las deportistas. Ejemplos: a Cintia Monreal, quien hace un par de temporadas era portera de Centellas del Necaxa, se le apodó “La Baroverita”, la razón, el portero necaxista de ese momento era Marcelo Barovero, y claro, no bastaba con masculinizar su apodo, se tenía que agregar el diminutivo. Para nombrarlas no es necesario compararlas con ningún parámetro masculino, ellas establecen sus propias marcas y rompen sus propios récords, comiencen a nombrarlos.
2.- No manifiesten sorpresa cuando consiguen alguna marca, como si ello fuera imposible en la rama femenil.
Las mujeres no competían en maratones porque se creía que no tenían la capacidad física para hacerlo, sin embargo, ahora se sabe que su rezago en el deporte se debe a que culturalmente no se les educaba para apropiarse del espacio público y es así que por años desconocieron las capacidades de su propio cuerpo.
“Juegan mejor que yo”, dijo alguna vez un fotógrafo que cubría futbol femenil. Él, fotógrafo de profesión, con kilos de más, unos 40 años, no muy alto… tenía a bien compararse con futbolistas profesionales de la Selección Mexicana Femenil, como si por ser mujeres fuera extraordinario que sepan dominar un balón e imprimir fuerza a sus disparos y que, por otro lado, él sólo por ser hombre, contaba con esos talentos.
3.- No minimicen a las mujeres con el uso de diminutivos o infantilizaciones o al nombrarlas como propiedad.
Uno de los brazos armados del patriarcado es la minimización de lo femenino, ya sea de los cuerpos o de las capacidades que se relacionen con este género, por ello, saca una de sus armas poderosas: el lenguaje.
- Referirse a las deportistas en diminutivo: “las Diablitas y las Tuzas se medirán en semifinales”.
- Hablar de “las chicas” o “las niñas”: “se contemplan chicas centroamericanas, sudamericanas y hasta europeas.
- Las deportistas “son propiedad”: “Esposa de Iker Casillas, Sara Carbonero, fue operada luego de que…”
4.- No den por hecho que la heteronormatividad es lo único que rige al mundo.
Asimismo, no hacer aún más invisible la diversidad sexual en el deporte, lo cual no sólo se limita a la rama femenil, pero hay que decir que en la varonil es casi imposible hablar de otra opción que no sea la heterosexualidad, tal como lo dicta el patriarcado.
En 2019, Vivianne Miedema, futbolista holandesa considerada una de las mejores del mundo, fue abordada por un periodista con la siguiente pregunta “¿estás enamorada?, ¿es un chico malo o el yerno ideal?”; para comenzar, la crítica es hacia el contenido de la pregunta, pues al ser una goleadora histórica, campeona nacional y mundialista, los temas pudieron ser otros, pero la delantera dejó de lado eso y respondió, no sin aclarar la situación: “no es un yerno ideal, más bien es la nuera ideal”.
5.- No destaquen el aspecto de las deportistas por encima de sus capacidades y talento, esto en lo referente a las fotografías y al texto periodístico, como si mostrar a las mujeres en competencia, fuera en contra de su feminidad.
Si de hablar de Norma Palafox se trata, las imágenes que de ella se muestran, se concentran en sus redes sociales o en el baile que hacía para festejar sus goles; pero se deja en segundo término su rendimiento en cancha, como minutos jugados y goles anotados: “Norma Palafox muestra su gran talento con coqueto video de Tiktok”.
Por otro lado, en el deporte adaptado, una característica que impera es mostrar a las mujeres en poses relajadas y fuera de su entorno de competencia: con su uniforme de viaje, en silla de ruedas, en plano cerrado, evitando proyectarlas en acción.
6.- Las mujeres están activas todo el tiempo, no las reduzcan a una jornada o a una competencia, cuenta su historia, cuenta sus demás roles en la sociedad que contribuyen a la vida productiva y el cuidado de la vida.
Las mujeres suelen no poder vivir sólo de su actividad deportiva, asimismo, su día a día no está dedicado por completo a su disciplina, debido a sus exigencias sociales y personales. En el futbol profesional mexicano, se podría ahondar aún más en que Adriana Iturbide y Zellyka Arce estudian Medicina, en la carrera como arquitecta de Desiree Monsiváis, quien también se acaba de graduar de directora técnica junto a Dinora Garza; o bien, hablar de que Nataly Cárdenas vivió su embarazo todavía como futbolista profesional, sin saber si continuaría su contrato en Pachuca.
7.- No destacar los logros de su coach, ellas lo lograron, destaca sus esfuerzos.
Algo que sucede de forma más común de lo que debería es que se destaca mucho más a quien está en el banquillo y no tanto a la mujer o mujeres que están sobre la cancha o tartán. “Leonardo Cuéllar y su primer título en el futbol femenino”: fue uno de los tantos titulares en diciembre de 2018, cuando América derrotó a Tigres, éste último, de las escuadras más fuertes de la competencia.
8.- Su vida sexual o su desarrollo hormonal no debe ser lo importante o la nota.
La parte pública de una mujer deportista debería ser sólo su capacidad y talento en su disciplina, no así sus relaciones amorosos o sexuales, mucho menos su desarrollo hormonal. “Una historia de desamor y traición: cómo pasaron Paola Espinosa y Rommel Pacheco de novios a encarnizados rivales”, “Karen González roba corazones fuera de las canchas”.
9.- No acapares la voz y los espacios, si tienes compañeras periodistas también dales la palabra. Ellas también son expertas en la materia.
Si bien, cada vez hay más espacios para las mujeres expertas en deportes dentro de los medios de comunicación, a la hora de estar en pantalla, son relegadas y se le da mayor importancia a las opiniones de sus colegas hombres, lo que continúa reproduciendo el pensamiento patriarcal de que se está invadiendo un territorio de dominio masculino. Hoy por hoy, nombres como Marion Reimers, Valeria Marín, María Fernanda Mora, Georgina González o Mónica Arredondo, suenan mucho más en el periodismo deportivo, pero en caso de que no cumplan con sus roles de género, también son señaladas, tal es el caso de Reimers, quien al tomar mucho más un papel de líder, es criticada y tildada de exagerada y feminazi, sólo porque hace valer sus conocimientos en el futbol.